Una nota personal (para todos)

Todos podemos ser lo que queremos ser. Lo creo con mucha fuerza.

Podría ser que todo aquel que escribe, que se comunica, que quiere contar una historia, piense en ¿A quién le hablo? y luego desencadenar una serie de preguntas y dudas que nos hacen cuestionar todo.

Tal vez esta nota es para mi mismo, pero si alguien más lee esto cuestionándose si realmente podemos ser lo que queramos ser… te invito a que lo leas en primera persona.

No quiero ser “pretensioso” en llamarme escritor. Es un ejercicio contra el miedo. Es el inicio del círculo vicioso del “Quisiera ser” y no dar un paso. Esto es solamente el intento de romperlo. Quisiera ser muchas cosas, por eso esta nota.

No pienso buscar más ser perfeccionista, no pienso en la grandeza de nada. Pero (como todos) he pasado por el empedrado camino de aprender de los errores. De los que me llevaron a la ola ahora popular de la depresión, ansiedad y un diagnóstico de síndrome de déficit de atención.

No digo que por ser popular lo esté minimizando, al contrario, creo que hoy muchos nos damos cuenta que formamos ya un grupo colectivo.

No pienso tampoco ser una voz de un colectivo. Pero si una voz de un ajeno que quiere acompañar y dar el hombro para cuando la vida se pone cuesta arriba.

Los que nos cuestionamos de nuestros valores y virtudes empezamos a ver que tratar de ser un mejor ser humano parece ser difícil y resulta que lo es. Parece que ser felices es una encrucijada en el camino, y si lo es. Pero ambos tienen el potencial de darnos algo tan “ansiado”: paz.

Una vez más, esto es (será, no lo se. Espero) una serie de palabras y acciones para estrechar con aquel que quiera compartir la voz de este ajeno. No tiene la intención de imponer una opinión (menos de mi que apenas voy empezando a entender) no tiene la intención de tener estructura o “perfección”, perdón por los errores (hasta los de escritura).

Creo que el ser humano es una comunidad de personas buscando ser mejores. Que en el camino vamos aprendiendo a respetar lo que nos tocó hacer en la vida, aprendiendo a que hacer cuando las cosas se ponen difíciles para sortear obstáculos. Conocer que el tiempo de ser “valientes” será cuando la razón y pasión sean más grandes que la ambición.  Aprendiendo que la clave de la “preciada” felicidad está en aceptar el destino y manejarlo con la disciplina de una rutina diaria.

Si no empata contigo, está bien. Una vez más solo pretendo que puedas verte en un espejo y apreciar lo mucho que has logrado.